El cuerpo del humano adulto medio contiene un 60 % de agua, la mayoría de la cual se encuentra en el interior de las células. En el cuerpo hay miles de millones de células, y todas necesitan agua para funcionar.
El agua que consumimos en los alimentos y las bebidas sigue una ruta muy precisa hasta llegar a las células. Empieza pasando por el estómago, y de ahí al intestino delgado, donde es absorbida principalmente en los primeros tramos, el duodeno y el yeyuno, y el resto pasa al colon. Durante este proceso, se absorbe en la sangre y después en los tejidos intersticiales, que forman la estructura de los órganos, hasta llegar por fin a las células.
Sin agua, una persona no puede sobrevivir más de unos pocos días. Cuando más limpia y segura sea el agua que beba, mejor será su salud y mejor se sentirá.
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EL ACCESO A UN AGUA POTABLE LIMPIA Y SEGURA ES IMPRESCINDIBLE PARA LA SALUD HUMANA
A través de la sangre, el agua aporta a las células nutrientes esenciales (minerales, vitaminas, componentes proteicos, lípidos e hidratos de carbono), y los productos de desecho se eliminan después a través de la orina.
El agua también desempeña un papel fundamental para favorecer la regulación de la temperatura corporal, lo que permite al cuerpo liberar calor mediante la sudoración cuando suben las temperaturas.